La revista Vaccines ha publicado el artículo del doctor Alejo Erice, jefe del departamento de Medicina Interna, y Cristina Caballero, responsable del Laboratorio Clínico del Hospital Asepeyo Coslada, bajo el título  “Long-term analyses of SARS-CoV-2 humoral and T cell responses and breakthrough SARS-CoV-2 infections after two doses of BNT162b2 followed by mRNA-1273 and bivalent Omicron-adapted BNT162b2 vaccines: a prospective study over 2 years in non-immunocompromised individuals”.

El estudio analiza la evolución de la respuesta inmune producida por las vacunas de ARN mensajero (ARNm) frente al COVID-19 entre los trabajadores del Hospital Asepeyo Coslada.

El estudio se llevó a cabo entre enero de 2021 y abril de 2023 y contó con la participación de un total de 268 trabajadores del Hospital que habían recibido dos dosis de la vacuna BNT162b2 de Pfizer.  Tras esa vacuna inicial, 248 (93%) participantes recibieron la vacuna mRNA-1273 de Moderna, entre diciembre de 2021 y enero de 2022.  Más tarde, entre octubre y diciembre de 2022, 93 (35%) participantes recibieron la vacuna BNT162b2 bivalente, adaptada a Ómicron.

Durante el estudio, se tomaron muestras de sangre en ocho ocasiones: al mes y medio, a los 3, 7, 9, 13, 16, 19 y 26 meses después de las dos primeras dosis de la vacuna BNT162b2.

En total se analizaron 1.816 muestras y se midieron los anticuerpos frente a la espícula del SARS-CoV-2, producidos en respuesta a las vacunas. También se midieron los anticuerpos frente a la nucleocápside del virus, para detectar las infecciones por COVID-19 que ocurrieron a lo largo del estudio. Por último, se determinó la presencia de linfocitos T, específicos frente al virus (inmunidad celular) en dos momentos: a los 16 y 26 meses desde el inicio del estudio.

Los resultados se muestran en la siguiente gráfica. Las curvas de color granate son los participantes naïve, es decir, aquellos que no habían tenido COVID-19 antes de comenzar el estudio y de color verde los participantes que sí habían tenido COVID-19 antes de empezar el estudio, que muestran la evolución de los niveles de anticuerpos anti-espícula (o anti-RBD) a lo largo del tiempo. En ambos grupos, los niveles de anticuerpos anti-espícula generados después de las dos dosis iniciales de la vacuna BNT162b2 disminuyeron progresivamente hasta el 9º mes. Posteriormente, los niveles de anticuerpos anti-espícula aumentaron significativamente después de la administración de la vacuna mRNA-1273 de Moderna, pero volvieron a disminuir nuevamente a partir del 16º mes.

Como puede observarse en la curva de color verde, las personas que habían tenido COVID-19 antes del inicio del estudio mostraron niveles más altos de anticuerpos anti-espícula durante los primeros meses, en comparación con los niveles de anticuerpos de los participantes que no se habían infectado previamente.  Sin embargo, a partir del 9º mes, los anticuerpos en ese grupo disminuyeron por debajo de los niveles de los participantes que no se habían infectado previamente.

La curva azul representa las infecciones por SARS-CoV-2 que ocurrieron durante el estudio. Se observó un aumento significativo durante los últimos meses, coincidiendo con la aparición y prevalencia de la variante Ómicron en la comunidad y con la disminución de los niveles de anticuerpos anti-espícula.  Es importante destacar que el 99% de las infecciones fueron leves y que la mitad fueron asintomáticas. También es interesante señalar que la frecuencia de infección/reinfección entre las personas que recibieron la vacuna bivalente adaptada a Ómicron fue muy similar a la frecuencia observada entre las que no recibieron esa vacuna.

Con respecto a la inmunidad celular, el 97% de los participantes presentaban una respuesta frente al SARS-CoV-2 a los 16 meses. Al cabo de 26 meses, el 93% mantenían esa respuesta inmune.

Los resultados de este estudio sugieren que en adultos no inmunocomprometidos, la administración de múltiples vacunas de ARNm contra el SARS-CoV-2 se asocia con una modulación de la respuesta de anticuerpos (o inmunidad humoral), como consecuencia de la exposición repetida a antígenos virales a través de la vacunación y/o de infecciones/reinfecciones. La disminución de los anticuerpos anti-espícula con el tiempo, junto con la aparición de nuevas variantes del SARS-CoV-2 con capacidad para evadir la protección inducida por las vacunas, tuvo como resultado que la mayor parte de los participantes en el estudio se infectasen por el virus. No obstante, esas infecciones fueron en su mayoría leves, posiblemente debido a la presencia de una inmunidad celular duradera.

Este estudio ha sido el resultado de un esfuerzo sin precedentes en el Hospital.  El cálculo de las dosis necesarias de vacuna y su solicitud a la Comunidad de Madrid, la recepción y custodia de los viales para garantizar su seguridad y el mantenimiento estricto de las condiciones de almacenamiento, fueron eslabones imprescindibles de la cadena que hizo posible que se pudieran administrar 847 dosis de vacunas a los trabajadores del hospital.

La elaboración de los listados con las personas que había que vacunar, confirmadas telefónicamente una por una, supuso jornadas interminables para un grupo reducido de personas, cuyos objetivos, siempre cumplidos, fueron que todos los posibles candidatos a vacunarse lo hicieran y que no se perdiese ninguna dosis.

La administración de las vacunas supuso un esfuerzo adicional para una plantilla de Enfermería sobrecargada por tareas asistenciales y, en algunas fechas de vacunación, diezmada por los contagios por COVID-19.  A pesar de ello, los días de vacunación, aunque interminables, transcurrieron sin incidencias gracias a la profesionalidad, dedicación y alegría de los equipos de vacunación, de los que formaron parte el personal administrativo, sanitario e informático.

El apoyo al proyecto desde el primer momento de la dirección del Hospital, la organización de las extracciones de sangre del equipo de supervisión, la obtención de muestras de sangre del equipo de Enfermería de distintas áreas del Hospital, el procesamiento y análisis de esas muestras del personal técnico del laboratorio y la apertura de las historias clínicas para el registro de los resultados, fueron esenciales para la viabilidad y el éxito del proyecto.